Martes,
30 de junio. Año 69 después de los Días Oscuros
Un
sonido ensordecedor me ha despertado por la mañana. Completamente desorientada,
he mirado a mi alrededor hasta que he comprobado que realmente estaba en mi
habitación, y entonces me he cruzado con la mirada asustada de Prim, a la que
al parecer había despertado el mismo ruido. Cuando he decidido que no había
nada fuera de lo normal, he salido hacia la cocina, lugar de donde procedía el
estruendo, y lo he entendido todo.
Otra vez la televisión se había encendido
para retransmitir a todo Panem el grandioso acontecimiento del día. Hoy es el
desfile de los tributos. Parece que han considerado oportuno anunciarlo con una
estridente melodía de trompetas para asegurarse de que toda la población tomara
consciencia de ello.
Caesar
Flickerman, vestido en un impecable traje verde lima, a juego con su pelo, ha
hecho su flamante aparición. Un emocionadísimo público del Capitolio lo ha
ovacionado. Este día es de sus favoritos. Los tributos se mostrarán ante sus
potenciales patrocinadores por primera vez, y lo harán de la forma más vistosa
posible: recorriendo la calle principal, montados en carros tirados por imponentes
caballos, y vestidos con las creaciones que hayan preparado sus estilistas para
la ocasión.
He de
decir que normalmente los trajes del Distrito 12 son realmente ridículos, y aún
más si se comparan con los fabulosos vestidos que suelen portar los tributos
profesionales. La esperanza de que algún año el estilista del 12 tenga una idea
brillante es cada vez menor. Por eso, el desfile de los tributos se vive aquí
con una profunda indiferencia.
Nadie
confía en que nuestros chicos vayan a destacar, ni siquiera en que les toque
una vestimenta decente.
Cuando
el calor llega a Panem, se suspenden las clases durante un tiempo. Además, así
el Capitolio se asegura de que todos veamos sufrir a nuestros tributos. El
período durante el que se llevan a cabo los Juegos del Hambre se convierte
prácticamente en un arresto domiciliario: si un agente de la paz te sorprende
en un lugar demasiado alejado de una pantalla de televisión puede caerte un
castigo bastante severo. Recuerdo que un año descubrieron al padre de un chico
de mi curso volviendo del mercado, justo cuando estaban a punto de empezar los
Juegos. No se volvió a saber nada de él.
A las
cuatro de la tarde, justo como Caesar nos había anunciado, ha comenzado a sonar
el himno del Capitolio, y en pantalla se ha visto la abarrotadísima calle
principal del Capitolio. Entonces ha surgido un brillante carro dorado, tirado
por dos increíbles corceles blancos que parecían diseñados para trotar uno al
lado del otro. En él iban abriendo el desfile los dos tributos del rico Distrito
1: Ivory Hornby y la chica morena. Ambos eran el vivo retrato de dos dioses,
con sus cuerpos desnudos, únicamente cubiertos por cientos de cristales de
diamante que resplandecían bajo los focos. No les hacía falta nada más. El
Capitolio entero podría haberse derrumbado por el grito histérico que han
lanzado sus gentes al ver a la pareja de profesionales.
Les
seguían los tributos del 2, con un extraño atuendo de piedra y ladrillo que se
ajustaba perfectamente a sus cuerpos; los del 3, con unos diodos luminosos que
cambiaban de color; luego el Distrito 4, el 5, el 6, y todos los demás. No me
ha llamado la atención ningún otro traje. Finalmente, ha llegado el turno del
12. Ahí estaban Meena y Donney, con una insignificante túnica tiznada por
completo con polvo de carbón, lo que les dejaba de un color negro que
conjuntaba a la perfección con los dos caballos que tiraban del carro. Sobre
sus cabezas lucían el típico casco de minero, con linterna frontal, y un número
12 de un apagado color dorado. En los diminutos cuerpos de los huérfanos ese
atuendo parecía aún más burdo.
Los
habitantes del Capitolio han ignorado completamente a nuestra pareja, y han
seguido aclamando a los profesionales. Parece que este año los Juegos serán
exactamente iguales que cualquier otra edición anterior.
Cuando
todos los carros han llegado al Círculo de la Ciudad, ha sonado de nuevo el
himno, y el Presidente Snow les ha dado la bienvenida. Después de esto, se ha
dado por concluido el evento, aunque Flickerman y otro par de comentaristas han
seguido hablando sobre los trajes y los portes de los tributos. Como yo
pensaba, Ivory ha destacado al momento:
-Vaya,
vaya, parece que tenemos a todo un conquistador que ha cautivado en un momento
todos los corazones de las jovencitas del Capitolio.- ha dicho Caesar entre
risas – Seguro que Ivory Hornby, del Distrito 1, va a conseguir más de una
patrocinadora.- mientras pronunciaba esta frase, ha guiñado un ojo a la cámara
con complicidad.
En ese
momento he necesitado desconectar. Ya debería estar acostumbrada a todo este
espectáculo, pero no puedo seguir tragando toda la indiferencia y normalidad
con la que los habitantes del Capitolio afrontan las futuras muertes de esos
chicos.
He ido
hacia mi padre y me he sentado en su regazo. Con sus fuertes dedos ha empezado
a trenzar con delicadeza mi pelo. Tras un rato de agradable silencio entre
nosotros, he hablado:
- Cuando
podamos volver al bosque, ¿me enseñarás a ser tan buena cazadora como tú?
- Claro,
pajarito. Te enseñaré a ser mejor cazadora que yo, si quieres.
He
sonreído. Saber que mi padre siempre va a estar ayudándome y cuidando de mí me
hace completamente feliz. Tenerle aquí conmigo, haciéndome promesas, hace que
Panem parezca un lugar un poco menos gris.
es hermoso y muestra bien claro porque la presencia de su padre sera permanente en katniss .... me encanta esta historia...
ResponderEliminarmuchísimas gracias :)
Eliminares cierto, siempre he creído que entre Katniss y su padre debía haber un vínculo realmente fuerte
un beso, y me alegra mucho que te gusten mis capítulos!!!
xD me estoy imaginando a Prim en el bosque curando a todas las presas y la cara de Katniss en plan: Are you fucking kiding me?
ResponderEliminarMe encanta!!!
jajaja si, para ser hermanas no tienen mucho en común!!!
Eliminarmuchas gracias Nina!! :)