Sábado, 23 de
octubre. Año 69 después de los Días Oscuros
Después
de más de tres meses sin suministros, el Distrito está muriendo de hambre.
Desde que volvimos a la rutina de la escuela tres niños de mi curso ya han
sucumbido a las redes de la inanición.
No
puedo soportarlo, las caras de la gente están más demacradas que de costumbre,
las costillas se dibujan a través de las ropas y los voluntarios corren por las
calles del Distrito con las camillas para transportar a los convalecientes.
Prim
llega llorando todos los días, mi madre pierde los nervios constantemente, y
aunque mi padre y yo nos escapamos al bosque en cuanto tenemos ocasión, cada
vez tenemos menos motivos para sonreír. Por eso ansío los fines de semana, para
poder encerrarme en mi casa, no tener que salir a la calle, no tener que ir a
la escuela y no enfrentarme a esta realidad.
Para
matar el tiempo ayudo a mi padre a tallar sus arcos. Me siento en el suelo de
nuestra cocina y lo observo con detenimiento, fijándome en el inmenso cuidado
que pone al limar cada curva, cada borde.
Es como entrar en un estado de
hipnotismo que me hace evadirme de todo lo demás. Sus manos se mueven sin
dudar, conociendo perfectamente qué partes de la blanda madera debe trabajar.
Mi parte favorita es cuando después de horas se levanta de la silla, con una
mano aleja la pieza y la mira con expresión indescifrable hasta que da el visto
bueno. Entonces es cuando coloca la cuerda: la ata con sumo cuidado, la tensa,
y finalmente la pellizca levemente con el dedo, como si fuera un instrumento
musical. Y empieza a vibrar. Es un sonido muy suave, casi imperceptible, pero
despierta todos y cada uno de mis sentidos. Me hace pensar en los días de caza
y durante esos breves momentos soy feliz.
De vez
en cuando me pide que le acerque algún cuchillo, la lima, o me manda a la Pradera
a buscar ramas jóvenes y flexibles para tallarlas. Pero la mayoría del tiempo
le dejo trabajar sin molestarle.
Sus
arcos son verdaderas obras de arte. Algunos son de madera oscura de roble,
otros están fabricados con la blanca y flexible madera de los abedules; los más
especiales tienen grabados de todo tipo: dibujos abstractos, puntas en espiral,
curvas imposibles. Pero su favorito es un enorme arco negro, rígido, fuerte y
preciso, que tiñó con el polvo de carbón que cubre la Veta.
Tiene
hasta quince piezas, pero no guarda ninguno en casa una vez están terminados. Los
lleva todos al bosque y los esconde en los troncos huecos de los árboles. Sin
duda, allí están mucho más seguros… y nosotros también. No quiero pensar qué
pasaría si los agentes de la paz hiciesen una redada y encontrasen tantas armas
juntas en una casa de la Veta.
Aunque
me encanta ver trabajar a mi padre, hoy he decidido explorar mi propia casa.
Vale, no es muy grande, pero nuestros armarios y cajones esconden tantas cosas
que es difícil haberlo visto todo.
Empiezo
por la habitación que compartimos Prim y yo. No hay mucho donde escoger: el
mobiliario se limita a la vieja y enorme cama con estructura de latón en la que
dormimos juntas, un espejo desgastado, y un antiguo armario con patas. Abro las
puertas de este último y me siento en el suelo mientras voy sacando lo que
contiene.
Encuentro
un montón de dibujos de cuando yo era más pequeña. Creo que no dibujo mal, es
más, algunos son bastante decentes. En muchos de ellos salimos mis padres, mi
hermana y yo en distintos escenarios. En otros hay animales de los que se
pueden ver por el Distrito: perros callejeros, gatos, cabras, cerdos. Pero uno
me llama especialmente la atención. Está muy arrugado, y alguna gotera ha hecho
que se estropee el color, pero se ve claramente la figura de un pájaro con las
alas extendidas, tapando el sol naranja con su vuelo. Es bonito, así que cuando
vuelvo a guardar el taco de papeles, coloco este dibujo el primero, sobre todos
los demás.
Sigo
revolviendo entre el barullo de objetos que hay en el fondo del armario, pero
no encuentro nada más que me llame la atención. Cierro las puertas y me dirijo
hacia mi próximo destino: la habitación de mis padres.
Es
mucho más bonita que la nuestra. Tiene las paredes pintadas de azul cielo y
está decorada con lujosos aunque viejos muebles que mi madre se trajo de su
antigua casa en el barrio de comerciantes. Hay un precioso tocador con brillo
nacarado que me devuelve mi imagen; la cama está coronada por un cabecero de
hierro negro con flores, y al lado hay un enorme armario que llega hasta el
techo. Pero lo que capta mi atención, igual que siempre lo ha hecho, es la
cómoda de madera rojiza que hay bajo la poyata de la ventana. Tiene cuatro
cajones, pero los que de verdad me interesan son los dos últimos. Mi madre
nunca me ha dejado abrirlos y precisamente por eso siento un irrefrenable deseo
de ver qué contienen.
Agarro
con mi mano uno de los tiradores dorados. El cajón se desliza suavemente
emitiendo un leve crujido. Lo abro completamente y el olor a cerrado me hace
toser. Lo primero que encuentro es una fotografía de la boda de mis padres.
Aunque he visto mil veces la que hay en la repisa de la chimenea de la cocina,
esta me sorprende. Es distinta. Se ve la Pradera, la hierba luce fresca y
verde, y montones de flores amarillas salpican la escena. Mi padre va vestido
con un sencillo traje azul oscuro, está agachado y sostiene delicadamente la
mano de mi madre. Ella está sentada de lado, vistiendo una preciosa túnica
rosada que cae con gracilidad sobre su cuerpo. Está muy guapa. Ambos se miran
con ternura. La verdad es que viendo está imagen sería imposible decir que no
están profundamente enamorados.
Dejo la
fotografía con cuidado en el cajón, y sigo indagando entre las suaves telas que
cubren el fondo hasta dar con algo pequeño, duro y frío. Es una llave del mismo
color dorado envejecido que los tiradores de la cómoda. Tras analizarla un
momento, desvío mi mirada hacia el cuarto cajón, y veo la cerradura.
Como si
fuese de cristal, dirijo con inmensa delicadeza la llave hacia la ranura.
Encaja perfectamente, y con un par de vueltas suena un clic que me indica que
el cajón está abierto. No sé por qué, pero el nerviosismo empieza a invadirme,
así que trato de tranquilizarme con todas mis fuerzas.
Respiro
hondo y tiro. Lo que veo en un principio me decepciona. Solo hay más telas
suaves y brillantes. Sin embargo, después de una segunda mirada intuyo una
forma. Es completamente regular, como una caja, pero está cubierto por un trapo
blanco que lo envuelve por completo. Lo tomo en mis manos. Pesa y es bastante
grande, aunque si se trata de una caja debe tener muy poco fondo, tiene
alrededor de cinco centímetros de profundidad.
Me
estoy poniendo más nerviosa, no sé lo que es esto, pero quiero averiguarlo.
Desenvuelvo la tela que lo protege, y me llevo una pequeña sorpresa al ver el
contenido. No es una caja, sino un libro, enorme, viejo y desgastado. Una densa
capa de polvo tapa la portada.
Soplo
levemente y paso el dorso de la mano por la superficie…
- ¡Katniss!
– la voz alterada de mi madre me sobresalta - ¿Qué estás haciendo? ¡Sabes de
sobra que no debes mirar en esos cajones!
Estaba
tan concentrada en mi descubrimiento que no la había oído llegar. Con urgencia,
me arrebata el libro de las manos y cierra el cajón de un golpe. Me empuja
hacia fuera de la habitación mientras murmura un torrente de palabras que creo
que van dirigidas a mí.
Sin
embargo, no logro concentrarme en lo que dice, ya que mi mente está en otro
sitio. Justo antes de que me quitase el libro me dio tiempo a leer las dos
únicas palabras que había en su portada:
Familia Mellark
¿QUÉ? ¿FAMILIA MELLARK?
ResponderEliminarDIOOOOS KATIONAK ME HAS MATADO DE INTRIGA, ¡QUIERO SABER QUE PASA!
Madre mía, el capítulo ha estado increíble ^-^
Un besoo
guau guau guau incredible
Eliminarverdad que si??????
EliminarJajaja muchas gracias! Creo que esta vez tardaré menos en publicar el siguiente, porque sino se me van las ideas!
EliminarCreo que esta parte de la hisoria os gustará :)
Que sigue dios mio , como nos dejas con esa incertidumbre ?? sisgue sigue
Eliminarun capitulo estupendo!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias! ^^
EliminarAAAAAAAAAA LO VES?TUS CAP NO PUEDEN SER MAS INTERESANTES SE ME HA HEXO HIPERCORTOOO!!.K INTRIGA K HABRA PASADO??AHORA ME HAS DEJADO CON LA DUDA,ESTARAS CONTENTA.
ResponderEliminarSigue asi y no dejes de escribir ni na eee.
Un beso,Eva
Jo Eva, muchísimas gracias! :')
EliminarEl siguiente lo publicaré muy pronto para que no os quedeis mucho tiempo pensando en la Familia Mellark jajaja
Un beso!
DIOS ... QUE TE GUSTA HACERNOS SUFRIS A TUS LECTORES!!!!!!!!.... ES UN CAPITULO LINDISIMO.... GENIAL... Y LA PARTE FINAL ES PARA MORIRSE DE DESESPERACION.... POR FAVOR NO DEMORES MUCHO AL PUBLICAR EL SIGUIENTE... NO ME QUEDAN UÑAS QUE COMERME
ResponderEliminarMil gracias Luciana! Espero tener el siguiente pronto, porque veo que os habéis quedado con la intriga :)
EliminarUn beso! :)
El capítulo genial no................EXCELENTE,PERFECTO!!
ResponderEliminarDe verdad que esperaba este capítulo,y me ha gustado muchísisisimo
Por supuesto me intriga un montón lo de "Familia Mellark" y espero que lo descubramos pronto! Un besazo enorme!
Gracias gracias gracias por mil, Carol ^^
Eliminarquería darle un poco de emoción al asunto, y creo que lo he conseguido :)
El significado del libro lo sabréis muy pronto, no quiero que pase tanto tiempo como la última vez.
Un besoooooo :D
Menos mal que sigues escribiendo !
ResponderEliminarA ver, eso de familia Mellark me ha dejado un poco extrañada :O
Tendras que ponerte a escribir y publicar tan pronto como puedas :) ¿Que será será? :O
Por favorrrr!!!! Quiero saber q decia el librrooooo. La mama de Katniss y el papa de Peeta habran sido novios??? jajaja
ResponderEliminarWOow por dioooos!!! Debes de seguir! QUiero saber que es eso de la familia Mellark, también quisiera que saliera un poquito mas Peeta, pero porfavoor siguele llevas meses sin escribir como es eso posible?
ResponderEliminarAMo esta historia, continuala pronto porfavoor