miércoles, 7 de noviembre de 2012

Capítulo 21

Bien, tributos...¡por fin ha llegado! ¡El misterio del libro de los Mellark va a ser revelado! Y ahora es de verdad, jaja.
Quiero deciros que este capítulo ha sido muy especial para mí, no sabría explicar por qué. Particularmente me parece muy bonito, y espero que os guste... ¡pero sobre todo, que no defraude vuestras espectativas!
Creo que es el más largo que he escrito hasta ahora, y en cuanto lo leáis veréis por qué. No quería cortarlo, porque me íbais a matar jaja

En mi opinión os va a gustar :) Estáis a punto de conocer toda la historia de la madre de Katniss...

Una última cosa: encontraréis unos versos dentro del relato. No estaba segura de si incluirlos por si no os gustaban, pero al final me he decidido... Son míos. Así que no los busquéis en los libros ^^

Ya os dejo con el capítulo. ¡Que lo disfrutéis! :)




Sábado, 23 de octubre. Año 69 después de los Días Oscuros

- Sabes… bueno, que mi familia pertenecía al barrio de comerciantes del Distrito – empieza -. Nunca tuvimos demasiado, pero no vivíamos mal. Mi madre me hacía bonitos vestidos, mi padre me compraba caramelos de vez en cuando…

Su vista se ha perdido en algún punto de la hierba sobre la que estamos sentadas. Casi nunca menciona a su padre… mi abuelo. Sé que murió, y quizá ese hecho fuese traumático para mi madre, y por eso prefiera evitar el tema. Pero ahora parece dispuesta a superar esa barrera.


- Me encantaba salir a jugar a la calle con mis hermanos – continúa -. Ellos eran mayores que yo, así que la mayor parte del tiempo trataban de evitarme; pero en el fondo me querían, y si me metía en problemas enseguida daban la cara por mí.

Ahora está sonriendo. Creo que revivir sus recuerdos está despertando en ella sentimientos casi olvidados. Hasta donde sé, dejó de hablarse con sus hermanos al morir mi abuelo. Luego escapó con mi padre y vinieron a vivir a la Veta. Cada vez que lo pienso soy consciente de lo enamorada que tenía que estar mi madre para dejar atrás una vida relativamente cómoda en el barrio de comerciantes, y abrazar una vida llena de carencias en el barrio más pobre. Llena de carencias, excepto por una cosa, claro: la compañía del hombre al que amaba. Hace falta mucho valor para atreverse a hacer algo de ese tipo, y la admiro por ello.

-Tenía dos amigas, las hermanas Donner. Eran gemelas, dos chicas igualmente encantadoras. Su padre llevaba la tienda de dulces. Ayleen y… Maysilee.

De nuevo detiene su narración. ¿Por qué ha hecho una pausa tan larga antes de decir el nombre de Maysilee? Puede que haga tanto tiempo que no habla con ella que le haya costado esfuerzo recordar su nombre. Sin embargo, creo haber percibido una nota de dolor en su voz cuando lo ha pronunciado.
Cuando se repone, al cabo de unos minutos, continúa el relato:

-Y mis vecinos eran gente amable y humilde. Los Mellark – al oír el nombre mi atención aumenta exponencialmente -. Eran cuatro hermanos, les recuerdo a cada uno de ellos. Pero con el que mejor me llevaba era con el menor de todos. Tenía mi edad, y estábamos en el mismo curso en la escuela. Nos conocíamos desde siempre. Sí, es el que ahora conoces como Señor Mellark, el dueño de la panadería. El negocio familiar pasó a sus manos cuando su padre enfermó.

> Mi padre y el suyo eran grandes amigos, así que los domingos solíamos reunirnos ambas familias para comer. Pasábamos mucho tiempo juntos, nos conocíamos muy bien. Muchas veces Ayleen y Maysilee venían a buscarme, y entonces salíamos con los hermanos Mellark por la ciudad.

> Fuimos creciendo, pero salir juntos ya era un hábito, así que cuando dejamos atrás la niñez, nuestros vínculos se hicieron mucho más fuertes. A los 17 éramos completamente inseparables. Creo que todo el Distrito pensaba que acabaríamos casándonos entre nosotros – dice entre risas.

Nunca había visto a mi madre de este modo. Siempre había pensado en ella como… bueno, como mi madre. Y realmente nunca me había planteado que ella tuviese una vida así antes.

- Parecía que todo iba bien, y teníamos la suerte de ir eludiendo las cosechas, por lo que seguíamos todos juntos. Pero un día… perdimos a Maysilee.

¿Perdieron a Maysilee? ¿Qué ha querido decir con eso? Quizá pasara algo que hiciera que se separase del grupo… pero antes, cuando mi madre ha mencionado su nombre, el dolor era palpable. ¿Qué le pasó?
Me encantaría preguntarle un montón de cosas más, pero creo que eso solo desviaría la historia, y lo que ahora realmente me interesa es saber más acerca del misterioso libro, por eso dejo que siga.

- Nada fue igual desde entonces. Empezamos a distanciarnos, a evitarnos. Perdí todo el contacto con Ayleen. En la escuela me encontraba completamente sola… salvo por él.

- ¿El señor Mellark? – no he podido evitar preguntarlo en voz alta, aunque la respuesta es evidente.

- Sí. Él fue mi único apoyo desde entonces. Llevaba toda mi vida rodeada de gente, y de pronto todo se había desmoronado. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero él nunca dejó de apoyarme. Creo que siempre fue mi mejor amigo – suspira y sonríe, una sonrisa sincera, pero con un inconfundible toque de nostalgia -. Si bien es verdad que mi familia siempre estuvo ahí, pero él me comprendía en un sentido mucho más… sentimental. Mis hermanos también lo intentaban, pero eran mayores que yo, y la conexión con ellos no era tan intensa como con él. Por eso me propuse a mí misma mantener su compañía por siempre.

> Pero ya sabes las vueltas que da la vida. Parecía que la mía ya había cambiado demasiado de pronto, pero aún faltaban los puntos definitivos. Un día que me derrumbé escapé al bosque. Necesitaba estar sola y pensar. Crucé la alambrada y me perdí entre los árboles. Oía los trinos de los pájaros y escuchaba el murmullo de un arroyo. En la paz de la naturaleza todo lo que me atormentaba parecía casi irreal, lejano.

> Cuando estaba empezando a calmarme, de pronto los pájaros se quedaron mudos. Al principio parecía no haber ningún sonido, pero entonces sucedió: oí la voz más hermosa que jamás había escuchado. Consistente, sólida, intensa, pero dulce. La melodía que entonaba me era tan familiar que sin quererlo me vi caminando en busca del origen de esa maravillosa voz:

No sufras, no llores, pequeña.
Camina libre, abre las alas, como el sinsajo vuela.
¿Puedes sentir el murmullo del bosque llamando?
Solo cierra los ojos y duerme,
Él te estará esperando.

No sufras, no llores, mi cielo.
En la quietud de la noche te guiará el lucero.
¿Puedes sentir la voz del bosque cantando?
Solo cierra los ojos y duerme,
Duerme y sigue soñando.

> Como si de una premonición se tratase, hice caso de la letra de esa canción de cuna que me había acompañado durante toda mi infancia. Me dejé llevar por la voz del bosque, caminé y caminé, y después de más de media hora llegué a un precioso claro, en el que se filtraban los últimos rayos del débil sol de noviembre. Y ahí estaba él. Fuerte, curtido por el bosque. Con su pelo oscuro y esos ojos grises únicos de la Veta.

> En cuanto percibió mi presencia me apuntó con su arco. Me asusté, no sabía qué estaba pasando. Por mi cabeza pasaron mil cosas: podría ser un asesino loco en busca de víctimas; o peor, una trampa del Capitolio para castigar a quienes cruzasen la alambrada. Sin embargo, cuando vio mi cara desconcertada bajó el arma.

Mi madre ha empezado a reír. Su risa es como el agua de un arroyo: transparente, fluida. Es feliz, no hay más que mirarla. Incluso yo me estoy emocionando con esta historia que solo he sabido a través de breves e inconexos relatos a lo largo de mi vida. Ahora ella se está recreando en detalles, así que no la interrumpo, y me limito a escucharla embobada. Hasta se me está olvidando el asunto del libro de la Familia Mellark…

- Tu padre me reconoció de inmediato. En ese momento me sentí profundamente avergonzada. Yo apenas me había fijado nunca en la gente de la Veta. Pero en cuanto mencionó las hierbas medicinales que conseguía en el bosque para la botica de mis padres, ubiqué su cara.

> Me ayudó a volver a casa, ya que había empezado a oscurecer. Nos despedimos, y enseguida supe que no quería dejarlo marchar. Los siguientes días estuve sumida en mis pensamientos, dando vueltas a lo que había empezado a sentir. Sin quererlo empecé a evitar a mis hermanos, a mis padres, e incluso al (ahora) señor Mellark. No lo hacía conscientemente, lo único que buscaba era estar sola para poder pensar.

> Después de cinco días así, me decidí a ir hasta la Veta para volver a verle. No sabía dónde buscarle, ni siquiera sabía si le encontraría allí, pero había algo que me decía que fuese. Estuve alrededor de dos horas paseando por las maltrechas calles, observando a la gente, cruzándome con niños escuálidos. Cuando estaba a punto de abandonar el intento, giré una última esquina, y allí estaba, sentado a la puerta de una casa gris, idéntica a todas las demás, tallando una larga rama y cantando otra extraordinaria canción desconocida. Al verme ahí se mostró extrañado, pero enseguida sonrió. Ese día volví con él al bosque.

> A partir de entonces, cada vez pasaba menos tiempo en mi casa. En cuanto salía de la escuela corría a encontrarme con él. Mis padres empezaron a preocuparse por mis habituales ausencias, y llegó un momento en el que no lo pude ocultar más. Ambos se mostraron disgustados. ¡Yo, una chica de una familia de comerciantes, enamorada de un simple minero de la Veta! Me prohibieron salir de casa, y me vigilaban constantemente. Después de un tiempo asumí que jamás lo iban a aceptar, y traté de restablecer vínculos con los Mellark. Pero el que había sido mi mejor amigo estaba resentido; no me trataba igual. Me acercaba a hablarle, y la fría cordialidad con la que me trataba me hacía sentir peor que si me gritara. Creo que cambié mucho, o al menos no me sentía la misma.

> Entonces mi padre… enfermó. Pasaron dos meses y murió. En mi casa la tensión era insoportable. Dejé de hablarme con mis hermanos, y con mi madre la relación no era mucho mejor: discutíamos a todas horas, y nos gritábamos cosas horribles. Un día me cansé de todo, recogí mis cosas, y salí de mi casa dando un portazo. Justo en frente de mí encontré a mi mejor amigo mirándome directamente a los ojos, con expresión triste. Por primera vez en meses me estaba observando como lo hacía antes. Las lágrimas brotaron de mis ojos, y me eché a sus brazos. Me consoló, pero para mi sorpresa, no trató de hacerme cambiar de idea. Lo sabía todo, solo me dijo unas últimas palabras que grabé en mi mente:

Pensé que te tendría junto a mí por siempre; aún no he aceptado tu decisión, pero debes saber que lo entiendo. No eres la única que le ha oído cantar. Sé feliz.

> Me sentí completamente estúpida. ¿Cómo podía haber estado tan ciega tanto tiempo? Supongo que todo el mundo daba por hecho que Mellark y yo acabaríamos casándonos, formando una familia. Sin embargo, yo no podía cambiar lo que sentía. Le abracé, le deseé lo mejor, y justo cuando estaba a punto de irme, me tendió un libro. Me explicó lo que contenía: el libro pertenecía a su familia, pero dada la estrecha relación que mi padre mantenía con ellos, también guardaba una buena parte de sus memorias. Lo tomé entre mis manos, y juré guardarlo por siempre. No solo me recordaría a mi padre y toda su historia, sino que también me permitiría mantener conmigo a ese mejor amigo que estaba a punto de perder.

> Cuando las lágrimas empezaron a inundar mis ojos de nuevo empecé a caminar hacia mi nueva vida, luchando terriblemente por no volver la vista hacia lo que estaba dejando atrás.

Mi madre ha empezado a llorar silenciosamente. Cortinas de lágrimas caen por sus mejillas. No sé qué decir en estos casos, así que simplemente tomo su mano y me quedo junto a ella. Pasados unos minutos, deduzco que su relato ha terminado, y me pregunto qué es lo que tengo que hacer ahora. Lo normal es que mi madre me consuele a mí cuando lloro, así que esta situación me resulta un tanto incómoda.

Decido que lo mejor es estar en silencio, dejar que se desahogue, y mostrarle mi apoyo. Torpemente apoyo mi cabeza en su hombro y empiezo a acariciar su pelo.

Al cabo de un rato su llanto cesa. Me mira, roza mi mejilla con el dorso de su mano y sonríe.

- Cántame algo

Su petición me pilla por sorpresa. Por eso no lo cuestiono, y entono las notas de la primera canción que tontamente viene a mi cabeza: la voz del bosque, la que mi madre ha mencionado en su relato. La primera que le escuchó cantar a mi padre.

No sufras, no llores, pequeña.
Camina libre, abre las alas, como el sinsajo vuela.
¿Puedes sentir el murmullo del bosque llamando?
Solo cierra los ojos y duerme,
Él te estará esperando.

No sufras, no llores, mi cielo.
En la quietud de la noche te guiará el lucero.
¿Puedes sentir la voz del bosque cantando?
Solo cierra los ojos y duerme,
Duerme y sigue soñando.

- Suenas…exactamente igual que tu padre. Escucha… - desvía sus ojos hacia algún punto entre el límite del bosque y el cielo - ¿Lo oyes?

- ¿El qué? – la verdad es que no oigo nada.

- El silencio. Los pájaros te respetan igual que a él.

Y es cierto.
El canto de los pájaros ya está volviendo lentamente, solo oigo algún trino aislado y lejano.
Pasamos otro rato sin decirnos nada, y finalmente me armo de valor y hago la pregunta que me está comiendo por dentro:

- Mamá, ¿por qué no querías que viese el libro?

- No estoy segura de que estés preparada para ello, pero en fin… supongo que en algún momento tendrás que saberlo. Vamos a casa. Te lo enseñaré.







8 comentarios:

  1. Te lo enseñare. ¿EN SERIO? ¡¿EN SERIO?! Quieres hacerme enloquecer o que -.-
    Mira que bonito :') Que emotivo Kat, genial como siempre y que decirte que no te haya dicho ya? historia increíblemente interesante, descripción imposiblemente perfecta... pff sigue escribiendo Kat, de verdad.

    ResponderEliminar
  2. es precioso pero... ¿CÓMO SE TE OCURRE DEJARLO ASÍ?

    ResponderEliminar
  3. ajajaja pues sigue acabando una manera demasiado.... malvada!! ¬¬ nos quieres matar de la intriga verdad?? es esa tu intención, que lo sabemos ¬¬ jajaja sigue escribiendo, que lo haces maravillosamente bien, por cierto, tus versos son PER-FEC-TOS me han encantado, :)

    ResponderEliminar
  4. DEMASIADO LARGOOOOOOOOOO????????????' si se paso volando... la historia es preciosa y la cancion bellisima!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.. y encima nos dejas asiiiiiiiiiiiiii........

    cada capitulo parece ser ma slindo que el anterior... no se como haces para escribirlos tan lindos... es una hostoria bellisima!!!!!!! a ver si alguien se anima a ponerle musica a esos versos.... son para cantarlos con musica estan perfectos!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  5. YOO TE MATOO,¿pero cómo lo puedes dejar en ese punto tan interesante??,y eso que decías que esta vez no lo acortarías en un punto de intriga xD.
    Kat,cada día me sorprendes mas,tu y tu historia y tu blog sois los mas asjdfbijdnlm del mundo,porfavor,¡¡NO CAMBIES!!

    ResponderEliminar
  6. Me encanta, pero enserio nos tenias que dejar en este punto!!!!!!!

    ResponderEliminar